martes, 22 de octubre de 2013

Tres Ingredientes Para Los Biosensores Del Futuro


La nanotecnología es un punto de encuentro de diversas disciplinas como la física, la química, la biología, las ciencias de la computación, la ingeniería, etc. Este carácter multidisciplinar ha favorecido investigaciones en la frontera entre dichas disciplinas, propiciando descubrimientos que ya son de aplicación en múltiples sectores y nos ayudarán a enfrentarnos a los grandes retos que los seres humanos tenemos ante nosotros: medioambiente, salud, energía, transporte, comunicaciones, alimentación, etc.

Simulacion de  del proceso de adsorción
de un anticuerpo sobre grafeno
Uno de los campos en los que la nanotecnología está aportando más novedades es el de los sensores, especialmente en los biosensores, los cuales tienen un impacto directo sobre el futuro de la medicina, el medioambiente y la alimentación. Un grupo de investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid  y algunos miembros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas trabajan en el desarrollo de biosensores haciendo uso de grafeno, biomoléculas y supercomputadoras. Un biosensor es un dispositivo capaz de detectar y cuantificar la presencia de una sustancia biológica en un medio a partir del procesado de las señales ópticas, eléctricas o mecánicas que se producen durante la interacción de dicha sustancia con el biosensor.

En el caso de los biosensores de uso médico, su miniaturización extrema permitirá su implantación en nuestro cuerpo para realizar medidas in situ y en tiempo real, proporcionando un avance sin precedentes en el diagnóstico de enfermedades. Los materiales con los que se construyen dichos biosensores deben de cumplir dos características principales: primero el no alterar la función de las moléculas de nuestro organismo, y segundo, ejercer correctamente su función en nuestro organismo. Entre los materiales más aptos para su desarrollo están los nanotubos de carbono, ya que poseen una impresionante capacidad para conducir la electricidad además de su su relativamente fácil funcionalización y su posible biocompatibilidad al ser materiales basados en el carbono.

En los laboratorios, la interacción de complejas biomoléculas con diferentes superficies se estudia con sofisticados aparatos como los Microscopios de Fuerzas Atómicas (AFM). Sin embargo, estos instrumentos no pueden explicar completamente el mecanismo de adsorción de dichas biomoléculas. Sin duda alguna, una mejor comprensión de estas interacciones optimizaría el desarrollo de estos biosensores.

Para conocer cómo funcionan las biomoléculas sobre superficies de grafeno es necesario realizar simulaciones diversas que impliquen su estabilización y su posterior separación. Por lo general estos ciclos de simulaciones deben repetirse varias veces para tener en cuenta otros factores como diferentes valores de pH, diferentes orientaciones de las biomoléculas con relación al sustrato, la presencia de cargas o defectos sobre el sustrato, etc. De estas simulaciones, además, se puede extraer información cuantitativa relevante como la energía que debemos aplicar a una molécula con una configuración dada para desligarla del sustrato.

Los sistemas que se estudian están formados por cientos de miles de átomos que evolucionan durante tiempos relativamente grandes (de más de 150 ns). Para abordar estas simulaciones necesariamente se necesitan herramientas de trabajo excepcionales: las supercomputadoras.

Los resultados de dichas simulaciones demuestran dos cosas:

1. El grafeno no induce cambios estructurales ni funcionales en dos de las más abundantes proteínas del plasma

2. El anticuerpo IgG , el marcador/biosensor por excelencia de nuestro organismo, se mantiene anclado y activo sobre la superficie de grafeno.

El investigador Pedro Serena lo resume de la siguiente manera: "la combinación de poderosos códigos informáticos e imponentes sistemas de computación nos permite abordar fascinantes problemas en la frontera entre la física, la química y la biología". Estos resultados permitirán una mejor interpretación de resultados experimentales y serán el punto de partida para que ingenieros y biotecnólogos pongan a punto los prototipos de los biosensores del futuro.
 
Biomoléculas, grafeno y supercomputadores: tres ingredientes para los biosensores del futuro

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