martes, 27 de septiembre de 2011

Neutrino que desafia lavelocidad de la luz
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. Los investigadores dispararon neutrinos desde Ginebra y observaron su llegada al Gran Sasso tras un sprint de 730 kilómetros bajo tierra. Los resultados mostraban obstinados lo imposible: más de 15.000 neutrinos habían batido a la luz por 60 milmillonésimas de segundo.
Era una marca ridícula en una pista de atletismo, pero revolucionaria en ciencia. A principios del siglo pasado, la teoría de la relatividad de Einstein dijo que nada en la naturaleza puede viajar más rápido que la luz. Los resultados del equipo de Autiero son, por ahora, la mayor contradicción de ese límite de velocidad cósmico.
Tras tres años de trabajo, el equipo no ha conseguido encontrar un error en sus mediciones. Pero ante el enorme calado de los datos, Autiero y su equipo fueron muy cautos. "No vamos a intentar deducir aún ninguna explicación teórica de los resultados", señaló el físico como despedida a su presentación de ayer ante investigadores del Laboratorio Europeo de Física de Partículas CERN, en Ginebra, que le envolvieron en un cerrado aplauso.
15.000 neutrinos batieron a la luz por 60 milmillonésimas de segundo 
La dirección del CERN reaccionó pidiendo cautela. La institución, formada por 20 países incluida España, advirtió que "es poco probable que los datos" obliguen a modificar "la teoría de Einstein". "Si las mediciones se confirman pueden cambiar nuestra concepción de la física, pero necesitamos estar seguros de que no hay otras explicaciones más triviales", advirtió Sergio Bertolucci, director de Investigación del CERN.
Los resultados de Opera son "los más precisos obtenidos hasta ahora", según Autiero. El experimento ha usado satélites GPS para medir el punto exacto de salida y llegada de los neutrinos. Se trata de partículas sin carga que atraviesan la materia a raudales sin perturbarla. Para poder cazarlos, el Opera usa un muro subterráneo compuesto por 150.000 ladrillos que contienen película fotográfica. El tiempo de desplazamiento también se mide con relojes atómicos de alta precisión.
Desde Ginebra, los investigadores generan neutrinos haciendo chocar protones contra placas de grafito. Otro equipo los recibe tras su viaje bajo los Alpes, mide el tiempo transcurrido y lo compara con el que habría tardado un haz de luz en el vacío.
El margen de error es de 20 centímetros en una distancia total de 730 kilómetros, o lo que es igual, unos 10 nanosegundos (milmillonésimas de segundo). Conscientes del alcance de los resultados, los expertos también han ajustado el dispositivo en función de la rotación de la Tierra.
Los mejores lugares para estos análisis son minas abandonadas o grandes cuevas como la de Opera, donde los millones de neutrinos que llegan desde el espacio quedan atenuados por la corteza terrestre. Operando en una cueva a 1.400 metros de profundidad bajo un macizo montañoso en los Apeninos, los expertos de Opera tienen "mil veces" menos interferencias que en la superficie, explicó Autiero.

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