jueves, 17 de septiembre de 2009

Nanotoxicidad

El siguiente es un reportaje publicado en elmundo.es acerca de la toxicidad de las nanoparticulas

La Nanotecnología, es decir, la ciencia de lo pequeño, ha procurado enormes avances en diversos campos (se encuentran en pinturas, tintes, pantallas solares, fertilizantes...), entre ellos el de la Medicina.
La posibilidad de formular medicamentos de liberación progresiva para atacar a dianas cada vez más pequeñas sin dañar tejidos colindantes o la de introducir minúsculos robots y ordenadores en el interior del organismo para llevar a cabo una labor terapéutica tiene fascinados a los investigadores de medio mundo desde hace algo más de una década.
Sin embargo, tal y como recoge un trabajo en la última edición de la revista 'Nature Nanotechology', esta fascinación por lo microscópico ha favorecido que se pase por alto que, también en el campo de la nanotecnología, el tamaño importa.
De esta forma, los responsables de este nuevo estudio reflexionan sobre el hecho de que durante estos años se ha prestado más atención a hacer dispositivos cada vez más minúsculos sin tener en cuenta que este factor puede influir negativamente en las propiedades físicas y químicas de los mismos.
¿Qué es nano?
Desde que el premio Nobel de Física Richard Feynman comenzara a hacer alusiones a la nanociencia, allá por la década de lo 60, se ha tratado de definir el término nanopartícula. Actualmente, se acepta que para ser catalogada como tal, una partícula microscópica ha de tener un rango de entre 0 y 100 nanómetros (si dividiéramos el diámetro de un pelo en 10,000 partes obtendríamos un nanómetro).
Además, dicha nanopartícula ha de tener las mismas propiedades y efectos que sus equivalentes de gran tamaño. Así, su potencial reside en el hecho de que tienen una proporción muy elevada de átomos en su pequeña superficie, de manera que presentan mucha reactividad y potencia sin ocupar un gran volumen.
Sin embargo, ahí es precisamente donde reside el problema, según los hallazgos de la investigación. Los autores, pertenecientes al Centro para el estudio de las Implicaciones Medioambientales de la Nanotecnología de la Universidad de Duke (Estados Unidos) llevaron a cabo un análisis de diversas nanopartículas inorgánicas empleadas frecuentemente en los laboratorios de todo el mundo.
Después de observar su estabilidad térmica, su actividad atómica, su reacción ante la luz o su morfología, estos científicos observaron que, a partir de 30 nanómetros, muchas de estas pequeñísimas partículas que se emplean en investigación, medicina y ciencia, comienzan a sufrir una serie de alteraciones en su estructura que acaba diferenciándolas considerablemente de las moléculas homólogas más grandes.
Asimismo, también han comprobado variaciones en elementos menores de 30 nanómetros que los distancias de las modalidades grandes.
En realidad, el trabajo no ha determinado qué efectos o qué nivel de toxicidad podría implicar este hecho, pero apuntan la posibilidad de que se podrían desencadenar reacciones y efectos inesperados cuando estas nanopartículas entrasen en contacto con otros compuestos químicos. Tratándose, por ejemplo, de medicamentos podría presentarse una respuesta anómala en el interior de las células.
Buscando nuevos parámetros
En definitiva, los científicos se plantean la necesidad de trabajar más intensamente sobre esta cuestión ya que han obtenido datos que demuestran que el rango de 0 a 100 nanómetros es demasiado grande y no garantiza que todas las nanopartículas comprendidas en ese tramo tengan propiedades idénticas, de manera que sus efectos y reacciones tampoco tienen por qué serlo.
De hecho, apuntan que existen dudas acerca de si el tamaño de las nanopartículas puede influir en el mantenimiento del ADN celular, en la activación o bloqueo de proteínas, en la transmisión de impulsos eléctricos en el organismo...
"Hace falta una nueva definición de los términos para, de cara al futuro, abordar investigaciones sobre nanotoxicidad más fiables, basados en el diferente tamaño de los compuestos", escriben los autores en las conclusiones de su trabajo. "Además, los estudios comparativos habrán de hacerse con partículas que tengan el mismo calibre para sacar conclusiones firmes", concluyen.

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