jueves, 7 de mayo de 2009

Sir John Pendry: «El hombre invisible podría ser factible entre nosotros»

Herbert George Wells, el genio visionario, escribió en 1897 la novela «El hombre invisible». En ella, un científico, Griffin, sostiene que si se cambia el índice refractivo de una persona, para coincidir exactamente con el del aire, y su cuerpo no absorbe ni refleja la luz, entonces no será visible. Griffin logra llevar a cabo este proceso consigo mismo, pero luego no alcanza a volver a ser visible, llegando a un estado mental inestable como resultado. Ahora, la teoría puede convertirse en práctica. Wells y Sir John Pendry están física y químicamente incardinados...

-Imagino que tiene trillada la obra de ficción «El hombre invisible». ¿Se hará real?
-Sí, la he leído. Fíjese qué coincidencia: Wells fue un estudiante de Física hace más de cien años donde yo la he enseñado un cuarto de siglo: en el Imperial College de Londres. Él tenía una manera muy sencilla de hacer que la gente fuera invisible: el hombre invisible se convertía en transparente, y la luz le atravesaba como un pez en el agua. Pero no es método práctico.

-Usted publicó en 2007 un experimento en la revista «Science» que dio la vuelta al mundo: un equipo de la Universidad de Duke consiguió que un pequeño cilindro fuera invisible a las microondas.
-Se nos ocurrió hacer un reloj invisible. Y con un truco podíamos esconder algo. Pensamos que eso sí iba a sorprender a la gente. ¡Y vaya si sorprendió! El trabajo lo presenté en un taller organizado por los militares americanos en San Antonio, en El Álamo. Y cuando dije medio en broma que podíamos hacer desaparecer cualquier cosa me temo que se lo tomaron muy en serio. Trabajamos muy duro -con ondas de radar, porque la financiación venía de los militares- y lo conseguimos. Construimos un cilindro de cobre que una onda de radar puede ver fácilmente. Pero, al poner un trapo alrededor, desapareció. Hicimos que algo fuera invisible frente a radares. El proceso de hacer desaparecer algo es muy sencillo: pensamos que nuestros ojos nunca nos pueden engañar, y unas veces sí que pueden hacerlo...

-La invisibilidad es posible, pues.
-Ahora, claro que sí.

-¿Y en el ser humano de carne y hueso?
-Podría ser factible la invisibilidad entre nosotros los humanos, pero no utilizaríamos un material tan fino; debería ser espeso para poder desaparecer. ¡No es Potter! Habrá que esperar.

-¿Y la invisibilidad total?
-Ese no es el objetivo, y sí que la luz sea tan ágil como un electrón. Buscamos un control exquisito y preciso de la luz. Es muy importante el carácter diminuto de los objetos. Eventualmente queremos que la luz funcione a escala nano [una milmillonésima parte].

-¿Qué futuro aguarda a lo «nano»?
-Incluso nuestros cuerpos son producto de la nanotecnología. Las células de nuestro cuerpo son de dos nanómetros. Todo es nanotecnología.

-En medicina será crucial.
-Sí, como sensor de las moléculas biológicas para detectar enfermedades.

-Einstein predijo que el sol conseguiría doblar el haz de la luz. Es precursor.
-Si miramos una estrella que va tras el sol, parece que cambia el ángulo. Al señor Albert le hemos robado parte de sus teorías. Se hizo famoso al demostrar que la trayectoria de la estrella que pasaba tras el sol se doblaba.

-¿Aspira usted a ganar el Nobel con su teoría y práctica de la invisibilidad?
-Estaría bien. ¿Me puede ayudar? Los suecos son muy conservadores. No les gustan las cosas tan atrevidas.

-No les haga invisibles, ni a las suecas. En las costas patrias no se lo perdonarían.
-No, no, ¡por Dios!

Fuente:
http://www.abc.es/20090501/nacional-sociedad/john-pendry-hombre-invisible-200905010459.html

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